Reverte, El semanal 2003
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España va bien y todo eso, me digo.
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España va bien y todo eso, me digo.
La puta España.
De pronto la tristeza se me desliza dentro como gotas frías, y el día se vuelve más desapacible y gris. Qué estamos haciendo con ellos, Maldita sea.
Con estos chicos. Antonio me mira y enciende otro cigarrillo.
Sé que piensa lo mismo.
En qué estamos convirtiendo a todos esos jóvenes de la mochila, que tras la ilusión de unos estudios y una carrera, tras los sueños y el esfuerzo, se ven recorriendo la calle repartiendo currículum en los que dejan los últimos restos de esperanza Licenciados en Historia o en lo que sea, ocho años de EGB, cinco de formación profesional, cursos, sacrificios personales y familiares para aprender idiomas en academias que quiebran y te dejan tirado tras pagar la matrícula.
Indefensión, trampas, ratoneras sin salida,
empresarios sin escrúpulos que te exprimen antes de devolverte a la calle,
políticos que miran hacia otro lado o lo adornan de bonito,
sindicatos con más demagogia y apoltronamiento que vergüenza.
Trabajos basura, desempleos basura, currículums basura.
Y cuando el milagro se produce, es con la exigencia de que estés dispuesto a todo: puta de taller, puta de empresa, boca cerrada para sobrevivir hasta que te echen; y si tienes buen culo, a ser posible, deja que el jefe te lo sobe. Aún así, chaval, chavala, tienes que dar las gracias por los cambios de turno arbitrarios,
los fines de semana trabajados,
las seiscientas horas extras al año de las que sólo ochenta figuran como tales en la nómina.
Y si encima pretendes mantener una familia y pagar un piso date con un canto en los dientes de que no te sodomicen gratis. Flexibilidad laboral, lo llaman Y gracias a la flexibilidad de los cojones se han generado, dice el portavoz gubernamental de turno tropecientos mil empleos más, y somos luz y fan de Europa.
Guau.
Gracias a eso, también, un chaval de veintipocos años puede disfrutar de la excitante experiencia de conocer ocho empleos de chichinabo en tres o cuatro años, y al cabo verse el la calle con la mochila, buscándose la vida bajo la lluvia.
Partiendo una y otra vez de cero. Flexibilidad laboral.
Rediós.
Cuánto eufemismo y cuánta mierda.
A ver qué pasa cuando, de tanto flexionarlo,
se rompa el tinglado y se vaya todo al carajo,
y en vez de currículums lo que ese chico lleve en la mochila sean cócteles molotov.
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