Corrió por el césped y se acercó al niño.
Y cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de cólera y exclamó:
" ¿Quién se ha atrevido a herirte?".
En las palmas de la mano del niño y en sus piececitos veíanse las señales sangrientas de dos clavos.
"¿Quién se ha atrevido a herirte?" gritó el gigante.
"Dímelo. Iré a coger mi espada y le mataré".
"No" respondió el niño, "éstas son las heridas del Amor".
"¿Y quién es ése?" dijo el gigante.
Un temor respetuoso le invadió, haciéndole caer de rodillas ante el pequeñuelo.
Y el niño sonrió al gigante y le dijo:
"Me dejaste jugar una vez en tu jardín. Hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso".
Y cuando llegaron los niños aquella tarde encontraron al gigante tendido, muerto, bajo el árbol,
todo cubierto de flores blancas.
todo cubierto de flores blancas.
El Gigante Egoísta. Fragmento (Oscar Wilde)
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