domingo, 30 de marzo de 2008

Ese agradable olor a asfalto mojado


A veces me quedo mirando por mi ventana durante mucho rato.
Quizás media hora sentado sobre mi viejo escritorio de madera con las piernas cruzadas, la mirada perdida en el Perdón y la cabeza dando vueltas y vueltas a cualquier cosa que en ese momento centre mi atención.
Muchas veces hago esto, pero me gusta hacerlo sobre todo cuando llueve. Me gusta ver desde el refugio de mi habitación como el cielo se venga de los paseantes que corren por el lago tratando de no mojarse, de como el mundo se moja, de como la naturaleza nos hace partícipes de ella misma aunque no queramos...
Pues bien, siempre que tengo la suerte de disfrutar de la lluvia desde casa acude a mi mente una idea, una sensación. Siempre suelo pensar en la lluvia como algo liberador, como que tras de sí se llevará bien de cosas que deben quedar atrás. Me gusta tener esa impresión en el momento, pero más tarde, cuando ha parado la tormenta y tan solo queda el suelo mojado y ese olor a asfalto húmedo que tanto me relaja, me arrepiento.
¿Debemos tener en el corazón un pequeño baúl de los recuerdos que nos sirva para crecer, para mejorar, para aprender de nuestros errores?
¿Debemos mirar hacia delante y quedarnos solo con las lecciones aprendidas, no con los recuerdos que nos las causaron?
¿Cuándo hay que dejar de darle vueltas a asuntos que nos revuelven el alma?
¿Cuándo es suficiente?
Pues bueno, la verdad es que no lo se. No puedo controlar mis recuerdos, vuelven a mi con mucha frecuencia y les sigo dando coba, quizás debería aprovecharme de ellos y luego echarlos de casa, pero no puedo, no me sale.
Los quiero demasiado y me hacen demasiada falta, aunque aún no se para qué...
Pues no se, os dejo aqui esta reflexión, que seguro que aquellos y aquellas que como yo den mil vueltas a las cosas la sienten suya, o por lo menos cerca.
Yo mientras me voy a sentar bajo mi ventana para ver si tengo suerte y llueve, que es probable, y vuelva a sentir la tranquila sensación de que se pueden borrar los malos recuerdos con la frescura de la lluvia.
La genial corazonada de que tras los malos momentos, las heridas que nos duelen, los culpables y las lágrimas, solo queda ese agradable olor a asfalto mojado.

Un beso y un abrazo...
Muchas gracias

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