“Lo verdaderamente nativo suele y puede prescindir del color local,
encontré esta confirmación en "La Historia de la declinación y caída del Imperio Romano" de Gibbon.
Gibbon observa que en el libro árabe por excelencia, en el Alcorán, no hay camellos;
yo creo que si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaría esta ausencia de camellos para probar que es árabe.
Fue escrito por Mahoma, y Mahoma, como árabe, no tenía por qué saber que los camellos eran especialmente árabes;
eran para él parte de la realidad, no tenía por qué distinguirlos;
en cambio, un falsario, un turista, un nacionalista árabe, lo primero que hubiera hecho es prodigar camellos, caravanas de camellos en cada página;
pero Mahoma, como árabe, estaba tranquilo:
sabía que podía ser árabe sin camellos….”
J.L. Borges
J.L. Borges
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